Calcetines fue el primer caballo que tuve, en realidad no era mio, mi tío Jose compró a su madre cuando estaba preñada, al nacer se quedó con el potro y vendió a la madre. Los primeros años de su vida los pasó en una dehesa de Salamanca, al cumplir los tres años mi tío se lo trajo a Madrid para que se lo domaran Luís y Ramón, unos amigos que tenían una hípica en Leganés.
El día que me enteré que Jose había traído el potro a mi barrio casi me muero de la impresión, por aquella época yo había terminado de estudiar, no encontraba trabajo y tenía mucho tiempo libre.
Desde ese momento no pasó un día no hiciera una visita a mi amigo CALCETINES, todas las tardes subía a ver al potro, lo sacaba de su box, le daba cuerda y luego le soltaba en la pista, así todos los días.
CALCETINES y yo nos empezamos a llevar muy bien y entre nosotros surgió una relación especial, a los pocos meses de llegar a Leganés comenzamos con la doma del potro, yo ayudé en lo que pude a Luís y en pocas semanas ya comencé a montarlo.
Con el tiempo mi tío le regaló el caballo a su amigo Luís, yo seguí yendo a ver a mi amigo con bastante asiduidad, pero ya no era lo mismo, CALCETINES tenía un nuevo dueño.
Han pasado quince años y en todo este tiempo siempre he sacado algo de tiempo para poder ir a ver a mi amigo.
Esta mañana he pasado a hacerle una visita, la hípica estaba llena de niños, todos con sus pantalones y botas de montar, también encontré a CALCETINES, le tocaba clase y una de las niñas le estaba cepillando, he preguntado por Luís, me han dicho que hoy no pasará por allí.
Mañana volveré, tengo que hablar con él, el jueves pasado enterramos a mi tío Jose en Candeleda y quiero pedirle, aunque sea una locura, que me venda a CALCETINES, me gustaría llevarle al pueblo y que pase sus últimos años conmigo, no creo que quiera vendérmelo es un caballo muy tranquilo y que trabaja muy bien con los niños.
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