Ya he comentado en alguna ocasión que la afición por los caballos me viene de mi abuelo NICOLÁS, que trabajó durante toda su vida con su yunta de mulos.
Mi padre me ha contado en infinidad de ocasiones el cuidado y cariño con el que trató mi abuelo siempre a las bestias, cada tarde cuando llegaban de trabajar de la sierra, después de haber pasado todo el día arrastrando troncos por las empinadas laderas, les daba masajes en las manos con unas cremas antiinflamatorias que protegían las extremidades de los animales.
En nuestro país ya no se trabaja con animales en la limpieza de nuestros montes, puede haber alguna excepción, pero son muy pocas. Los montes se queman cada verano por falta de mantenimiento y no se hace nada por solucionarlo, para acceder a zonas difíciles lo mejor son los animales de tiro, como siempre los franceses nos llevan la delantera, no olvidan los antiguos trabajos y construyen nuevos artilugios que facilitan las labores del campo.
Otro caso aparte son nuestros amigos los AMISH, estos tipos cada día me caen más simpáticos, viven en el siglo XXI con medios del siglo XIX, lo mejor de todo esto es que siempre tienen soluciones ingeniosas para cualquier situación y además se les ve contentos y felices, empiezo a tener algo de envidia.
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